lunes, 4 de marzo de 2013


San Casimiro (1458 - 1484)



Casimiro nació en Cracovia (sur de Polonia). El tercero de los trece hijos del rey Casimiro. Su madre Isabel se esmeró en la formación católica de sus hijos.
Su más grande anhelo y su más fuerte deseo era siempre agradar a Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las pasiones sensuales mancharan su alma. A pesar de ser hijo del rey vestía sencillamente. Se mortificaba en el comer, en el beber, en el mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba por no tomar licor. Si tomamos en cuenta que vivía en un palacio donde el ambiente invitaba a la vida fácil, podremos entender la virtud de este joven santo.
El centro de su devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo la cual meditaba a profundidad paso a paso. Era también muy devoto de Jesús Sacramentado. Mientras por el día ayudaba a su padre en el gobierno del reino, de noche pasaba horas de adoración. Demostró también gran amor a los pobres. La gente se admiraba de que siendo hijo de un rey, nunca ni en sus palabras ni en su trato se mostraba orgulloso o despreciador con ninguno, ni siquiera con los más miserables y antipáticos. La caridad de Casimiro era casi increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Entregaba a los pobres no solo bienes materiales sino también su tiempo, sus energías, su inteligencia y su influencia respecto a su padre. Prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los extranjeros que no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Defendía a los miserables y por eso el pueblo lo llamaba "el defensor de los pobres".
Su padre quiso casarlo con la hija del Emperador Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la Virgen Santísima conservarse en perpetua castidad.
Los secretarios y otras personas que vivieron con Casimiro confirman que lo más probable es que este santo joven no cometió ni un solo pecado grave en toda su vida. Casimiro llegó a una gran santidad, en muy pocos años.
Se enfermó de tuberculosis, a la edad de 26 años, murió santamente dejando en todos los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en Vilma, capital de Lituania.
A los 120 años de enterrado abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio donde lo habían sepultado era muy húmedo. Sobre su pecho encontraron una poesía a la Sma. Virgen María, que él había recitado frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a enterrar: "Cada día alma mía, di a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás..."

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