
San Egidio fue un ermitaño de origen griego que impulsó la vida monacal al construir un monasterio cerca de la desembocadura del río Ródano.
Aunque se conocen muy pocos detalles de su vida, se le atribuyen numerosos milagros, especialmente de curaciones.
Lo que las devociones populares cuentan de su vida resaltan su bondad cristiana, su misericordia, la delicadeza que demostraba con los pecadores y la llamada a la conversión.
De manera especial se le recuerda como el hombre que logró la conversión del Rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánicoa, a quien le descubrió un pecado oculto, invitándolo a confesarlo en el sacramento.
Los abundantes peregrinos de Santiago le pedían ayuda contra el miedo y las madres recurrían a él cuando sus hijos eran presa de terrores nocturnos o sufrían pesadillas.
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