San Ciraco ( ¿? - 303)

Su vida también está envuelta en leyenda. Se dice que era un joven judío de Jerusalén que se llamaba Judas.
Sabía donde habían sido enterradas las tres cruces del Gólgota, y con sus informaciones ayudó a la emperatriz santa Elena a encontrar la cruz de Cristo; a raíz de esto se convirtió y cambió su nombre por el de Ciriaco, y fue un celoso predicador del evangelio: según La Leyenda Dorada, sucedió a san Macario como obispo de Jerusalén.
Su éxito fue tal que tuvo que abandonar Palestina, y terminó en la ciudad de Ancona, donde fue su obispo. Se dice que su episcopado cambió profundamente a sus habitantes. En su vejez, regresó a Jerusalén, y allí se encontró con la persecución de Juliano el Apóstata, en lo cual fue apresado y martirizado.
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