viernes, 30 de septiembre de 2016

Santa Teresita del Niño Jesús (1873 - 1897)
Patrona de las Juveniles de Acción Católica y Doctora de la Iglesia



Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Teresa era la última de cinco hermanas, había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido. Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres. Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesó sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor.
Fue educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez. Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.
Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitieron. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».
Se sientió feliz al estar para siempre en el Carmelo, "prisionera" con Èl… y con 24 hermanas. La vida comunitaria, el frío, la oración a menudo en sequedad, la soledad afectiva (aunque esté con sus dos hermanas mayores), todo lo soportó con ilusión. Su más grande sufrimiento fue la enfermedad de su amado padre, internado en El Buen Salvador de Caen, hospital para enfermos mentales. Nuevo drama familiar para Teresa que profundizó en la oración con "el Siervo doliente" de Isaías, 53, en la Pasión de Jesús. Pero el clima espiritual de su Carmelo, marcado por el temor a un Dios a quien se vía sobre todo como un Dios justo, le pesaba. En 1891, cuando tiene 18 años, un sacerdote la lanzó "sobre las olas de la confianza y del amor" sobre las cuales no se atrevía a avanzar, retenida en este camino audaz, incluso por su hermana Paulina, la Madre Inés de Jesús que será elegida priora el 1893.
Su padre, que había regresado con su familia desde el Buen Salvador de Caen, murió en 1894. Celina, que le había cuidado, entró entonces en el Carmelo.
Teresa, apasionada adolescente, había decidido ser santa. En el Carmelo, cuando era postulante, escribió a su padre: "Labraré tu gloria haciéndome una gran santa".
Pero, muy pronto,  comprobó su debilidad y su impotencia cuando se compara con los santos. Le parecían una montaña mientras ella no es mas que un granito de arena.
La palabra de Dios le descubrió el camino:" Si alguno es pequeño que venga a Mí" (Proverbios 9,4). "Entonces yo fui"- escribe Teresita- preguntándose qué haría Dios con el pequeño que fuese a Èl. Leyendo Isaías 66, comprendió que no podía subir sola la escalera de la perfección, pero que Jesús la cogería en sus brazos y la subiría como en un ascensor rápido.
Desde entonces Teresita no encuentró ningún obstáculo , al contrario, fue pequeña y ligera en los brazos de Jesús y fue santa por un camino rápido.
Dejar hacer a Dios no implica ningún infantilismo fácil. Teresa hizo todo lo posible para mostrar, cada día y cada minuto, su amor a Dios y a sus hermanas en una total gratuidad: la del amor.
En todas las situaciones y en todos los actos de su vida Teresa aplicó esta regla: Si Dios le pide algo y ella se siente incapaz de hacerlo, Él lo hará por ella. Un ejemplo: amar a todas sus hermanas como Jesús las ama le es imposible. Entonces, uniéndose a Él, será Él quien las amará en Teresa:" Sí, lo sé, cuando soy caritativa , es únicamente Jesús quien actúa en mí. Cuanto más unida estoy a Él, más amo a todas mis hermanas"( Manuscrito C, 13 r?).
He aquí un camino de santidad que se abre a todos, a los pequeños, los pobres, los que sufren: aceptar la realidad de las propias debilidades y ofrecerse a Dios tal como uno es para que Él intervenga en nosotros.
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Era el año 1897.

No hay comentarios:

Publicar un comentario