San José de Calasanz (1556 - 1648)
José de Calasanz, español, aragonés, nació en Peralta de la Sal probablemente el 1556, cuando empezaba a reinar Felipe II. Pedro Calasanz, quien era gobernador de la región, y María Gastón son los padres de la familia numerosa con siete hijos cuyo benjamín es José. Bien lo formó la buena madre poniéndole al corriente de lo importante para vivir: tierna devoción a la Virgen y odio al pecado. Tanto que cuando sólo tenía cinco años hubo quien le vió por el olivar con un cuchillo en la mano dispuesto a matar al demonio que es el peor enemigo.
Su padre deseaba que fuera militar, pero los religiosos que lo instruyeron en su niñez lo entusiasmaron por la vida sacerdotal, y pidió que le dejaran hacer estudios eclesiásticos. Desde muy pequeño su gran deseo era poder alejar el mal y el pecado de las almas de los demás.
En el colegio se burlaban de él los compañeros, porque les perecía demasiado piadoso, pero poco a poco con su amabilidad los fue ganando a su favor.
Siendo universitario tuvo que huir de la ciudad donde estudiaba porque una mujer joven pretendía hacerlo pecar, Imitando así al José de la Biblia, que prefirió perder cualquier amistad aunque fuera de persona de alta clase social, con tal de no ofender a Dios.
Se ordenó de sacerdote en Barbastro. Fue secretario de varios obispos y se encaminó a Roma para conseguir una canonjía.
El Concilio de Trento propuso la edición de un Catecismo, que por fin publicó el Papa Pío V. Surgió así la Archicofradía de la doctrina Cristiana para procurar a los fieles la instrucción necesaria y alimentar su fe y José de Calasanz organizó, entusiasmado, las catequesis dominicales; luego fundó una escuela en Santa María del Transtévere para atender la formación de una niñez y juventud abandonada. Cada vez fueron más numerosas y largas las hileras de niños que de todas partes de la Ciudad Eterna quieren aprovechar la ocasión.
Los seguidores de José formaron una comunidad sui generis, sin votos ni reglas. Estaban unidos y estimulados por la autoridad moral del fundador que fue apoyo y modelo por su carisma. Y así funcionarían hasta que el papa Paulo V hizo de ella una Congregación de votos simples y Gregorio XV, en 1621, la elevó a la categoría de Orden con votos solemnes y nombró a José de Calasanz como General.
A sus institutos educativos les puso por nombre "Escuelas Pías" y los padres que acompañaban al padre Calasanz se llamaron Escolapios. Después de un par de años ya había "Escuelas Pías" en muchos sitios de Italia y en muchos países.
Los envidiosos empezaron a hacer llegar quejas contra las Escuelas Pías, y el Sumo Pontífice Clemente VIII envió a los sabios Cardenales Baronio y Antoniani a que hicieran una visita sorpresa a las tales escuelas. Los dos cardenales se presentaron repentinamente sin previo aviso y encontraron que todo funcionaba tan sumamente bien, que el Papa al escuchar su excelente informe se propuso ayudarlas mucho más en adelante.
El padre Calasanz tenía una gran fuerza y un día se echó sobre sus espaldas una pesadísima campana y se subió por una escalera para llevarla a la torre. Pero la escalera se partió y él cayó con la campana y se rompió una pierna. Duró varios meses en cama entre la vida y la muerte y desde entonces su falta de salud lo hizo sufrir mucho. Pero los mayores sufrimientos le iban a llegar de otra manera totalmente inesperada.
Recibió el padre Calasanz como colaborador a un hombre ambicioso y lleno de envidia, el cual se propuso hacerle la guerra y quitarle el cargo de Superior General. Por las calumnias de este hombre y de varios más, nuestro santo fue llevado a los tribunales y solamente la intervención de un cardenal obtuvo que no lo echaran a la cárcel. Él repetía: "Me acusan de cosas que no he hecho, pero yo dejo a Dios mi defensa". El envidioso logró a base de calumnias que a San José Calasanz le quitaran el cargo de Superior General, y después las acusaciones mentirosas llegaron a tal punto que la Santa Sede determinó acabar con la congregación que el santo había fundado. San José al escuchar tan triste noticia, repitió las palabras del Santo Job: "Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea Dios".
Afortunadamente, después se supo la verdad y al Fundador le fueron restituidos sus cargos y la Comunidad volvió a ser aprobada y ahora está extendida por todo el mundo.
El 25 de agosto del año 1648, a la edad de 92 años pasó este gran apóstol a la eternidad, a recibir el premio de sus grandes obras apostólicas y de sus muchísimos sufrimientos.
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