
Hoy Jesús murió, pero no lo hizo en vano, lo hizo por nosotros, lo hizo por vos. En cada momento de su lenta agonía y muerte nunca dejó de pensar en vos y decirte "Yo lo hago por vos". ¿Con qué cara podemos mirarlo nosotros después de todo lo que lo hicimos sufrir? ¿Con qué cara podemos mirarla a María Dolorosa, nuestra propia madre, que no puede contener el llanto después de todo lo que le hicimos a su hijo, después de como lo escupimos, lo insultamos, le llenamos el cuerpo de latigazos, le pusimos una corona de espina en la cabeza, le dimos vuelta el rostro, y lo clavamos a una cruz?
Tanto nos dejamos llevar por la mano del demonio que no nos alcanzó con matarlo, teníamos que hacerlo sufrir hasta donde solo Él podía resistir.
Sin embargo, ellos dos, nos perdonan, aún cuando nosotros mismos sabemos que no nos lo meremos, y nos invitan mañana a festejar su resurrección.
Qué buenos que son ellos con nosotros, que malos que fuimos nosotros. Se merecen al menos, un minuto de nuestro día para que le demos las gracias por todo lo qué Él soportó e hizo por nosotros, y para acompañarla a María en todo su dolor, el cual causamos nosotros mismos.
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