lunes, 18 de septiembre de 2017

San José de Cupertino (1603 - 1663)
Patrono de los estudiantes con problemas



José nació el 17 de junio de 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Cupertino (Lecce). Sus padres eran muy pobres. El niño vino al mundo en un pobre cobertizo pegado a la casa, porque el papá, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su casa y se la habían embargado.
A los 17 años pidió ser admitido a la orden franciscana pero no fue aceptado. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído. Dejaba caer los platos cuando los llevaba para el comedor. Se le olvidaban los oficios que le habían asignado. Parecía que estaba siempre pensando en otras cosas. Por no cumplir bien con sus deberes tuvo que dejar el convento.
Al verse desechado, José buscó refugio en casa de un familiar suyo que era rico, quien declaró que este joven "no era bueno para nada", y lo echó a la calle. Se vio entonces obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa. La mamá le rogó insistentemente a un pariente que era franciscano, para que le recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los frailes.
Sucedió entonces, que en José se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo recibieron los frailes como obrero y lo pusieron a trabajar en el establo y empezó a desempeñarse con notable destreza en todos los oficios que le encomendaban. Pronto con su humildad y su amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.
Lo pusieron a estudiar para prepararse al sacerdocio, pero le sucedía que cuando iba a presentar exámenes se trababa todo y no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la única frase del evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: "Bendito el fruto de tu vientre Jesús". Estaba asustadísimo, pero al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: "Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, esa será la que tiene que explicar". Y salió precisamente la única frase que Fray Copertino se sabía perfectamente: "Bendito sea el fruto de tu vientre".
 Llegó al fin el examen definitivo en el cual se decidía quiénes serían ordenados. Y los primeros diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: "¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?". José, que era el próximo en turno y estaba atemorizado, se libró de tener que pasar el examen.
Es por eso que nuestro santo es el patrón de los estudiantes, especialmente de los que, como el, encuentran dificultades en sus estudios. El santo se complace en ayudarles. En su santuario de Osimo sigue creciendo la documentación que testifica su intercesión.
Fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1628 y se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo, consagrado a los trabajos manuales del convento.
Sus éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales eran tan frecuentes que no se conocen en semejante cantidad en ningún otro santo.
Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, lo echó al hombro, y al pensar en Jesús Buen Pastor, se fue elevando por los aires.  Quedaba en éxtasis con mucha frecuencia durante la santa Misa, o cuando rezaba los Salmos. Durante los 17 años que estuvo en el convento de Grotella, sus compañeros de comunidad lo observaron 70 veces en éxtasis. El más famoso sucedió cuando diez obreros deseaban llevar una pesada cruz a una alta montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con la cruz y la llevó hasta la cima del monte.
Fue elegido por sus Superiores a exorcizar demonios, lo cual él se consideraba indigno de hacer, y utilizaba esta frase: "Sal de esta persona si lo deseas, pero no lo hagas por mí, sino por la obediencia que le debo a mis superiores". Y los demonios salían.
También tenía el don de leer los Corazones, era buen confesor y cuando un alma se acercaba a confesarse él se podía dar cuenta de lo que a esta alma le atormentaba.
El Papa Benedicto XIV que era rigurosísimo en no aceptar como milagro nada que no fuera en verdad milagro, estudió cuidadosamente la vida de José de Cupertino y declaró: "Todos estos hechos no se puede explicar sin una intervención muy especial de Dios".
Los últimos años de su vida, José fue enviado por sus superiores a conventos muy alejados donde nadie pudiera hablar con él. La gente descubría donde estaba y corrían hacia allá. Entonces lo enviaban a otro convento más apartado aún. El sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en Getsemaní) pero después a base de mucha oración y de continua meditación, retornaba otra vez a la paz de su alma. A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio: "Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que pide, recibe".
Murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años.

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