
El Hijo muere, y el Padre se retira, totalmente dolido y sufriente, sin olvidar unas de las últimas frases del Hijo: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
En este mundo, la madre recibe el cuerpo inerte de aquel que siendo niño, habitó en su seno por obra y gracia del Espíritu Santo, de aquel que siendo niño, necesitaba que ella le enseñe a comer, de aquel que siendo niño, acudía toda las noches a ella y a San José para terminar el día agradeciendo al Padre juntos; el cuerpo inerte de aquel que un día sanó a enfermos, ciegos, paralíticos, calmó tormentas y expulsó demonios; el cuerpo inerte de aquel que habiendo amado tanto a los suyos, los amó hasta el final, al punto de regalarnos a su Madre para que esta nos ayude a estar siempre cerca de Dios, a pesar de que fuimos nosotros los que lo pusimos en esa cruz.
El mundo es tristeza. El mundo es dolor. El mundo es silencio, porque a perdido a quien más lo amó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario