miércoles, 6 de julio de 2016

Santa María Goretti (1890 - 1902)
Patrona de las Pre-Juveniles de la Acción Católica



María nació el 16 de octubre de 1890, en Corinaldo, provincia de Ancona, Italia. Hija de Luigi Goretti y Assunta Carlini, tercera de siete hijos de una familia pobre de bienes terrenales pero rica en fe y virtudes, cultivadas por medio de la oración en común, rosario todos los días y los domingos Misa y sagrada Comunión. Al día siguiente de su nacimiento fue bautizada y consagrada a la Virgen. A los seis años recibió el sacramento de la Confirmación.
Después del nacimiento de su cuarto hijo, Luigi Goretti, por la dura crisis económica por la que atravesaba, decidió emigrar con su familia a las grandes llanuras de los campos romanos, todavía insalubres en aquella época. Se instaló en Ferriere di Conca, poniéndose al servicio del conde Mazzoleni, y fue aquí donde María mostró claramente una inteligencia y una madurez precoces, donde no existía ninguna pizca de capricho, ni de desobediencia, ni de mentira.
Tras un año de trabajo agotador, Luigi contrajo una enfermedad fulminante, el paludismo, que lo llevó a la muerte después de padecer diez días. Como consecuencia de la muerte de Luigi, Assunta tuvo que trabajar dejando la casa a cargo de los hermanos mayores. María lloraba a menudo la muerte de su padre, y aprovecha cualquier ocasión para arrodillarse delante de su tumba, para elevar a Dios sus plegarias para que su padre goce de la gloria divina.
Junto a la labor de cuidar de sus hermanos menores, María seguía rezando y asistiendo a sus cursos de catecismo.
María desde muy chica anhelaba recibir la Sagrada Eucaristía. Según era costumbre en la época, debía esperar hasta los once años, pero un día le preguntó a su madre: -Mamá, ¿cuándo tomaré la Comunión?. Quiero a Jesús. -¿Cómo vas a tomarla, si no te sabes el catecismo? Además, no sabes leer, no tenemos dinero para comprarte el vestido, los zapatos y el velo, y no tenemos ni un momento libre. -¡Pues nunca podré tomar la Comunión, mamá! ¡Y yo no puedo estar sin Jesús! -Y, ¿qué quieres que haga? No puedo dejar que vayas a comulgar como una pequeña ignorante. Ante estas condiciones, María se comenzó a preparar con la ayuda de una persona del lugar, y todo el pueblo la ayuda proporcionándole ropa de comunión. De esta manera, recibió la Eucaristía el 29 de mayo de 1902.
Al entrar al servicio del conde Mazzoleni, Luigi Goretti se había asociado con Giovanni Serenelli y su hijo Alessandro. Las dos familias vivían en apartamentos separados, pero la cocina era común. Luigi se arrepintió enseguida de aquella unión con Giovanni Serenelli, persona muy diferente de los suyos, bebedor y carente de discreción en sus palabras.
Desde la muerte de su marido, Assunta siempre estuvó en el campo y ni siquiera tuvo tiempo de ocuparse de la casa, ni de la instrucción religiosa de los más pequeños. María se encargaba de todo, en la medida de lo posible. Durante las comidas, no se sentaba a la mesa hasta que no había servido a todos, y para ella servía las sobras. Su obsequiosidad se extiende igualmente a los Serenelli.
Por su parte, Giovanni, cuya esposa había fallecido en el hospital psiquiátrico de Ancona, no se preocupa para nada de su hijo Alessandro, joven robusto de diecinueve años, grosero y vicioso, al que le gusta empapelar su habitación con imágenes obscenas y leer libros indecentes. En su lecho de muerte, Luigi Goretti había presentido el peligro que la compañía de los Serenelli representaba para sus hijos, y había repetido sin cesar a su esposa: ¡Assunta, regresa a Corinaldo!
Por desgracia Assunta está endeudada y comprometida por un contrato de arrendamiento.
Después de tener mayor contacto con la familia Goretti, Alessandro comenzó a hacer proposiciones deshonestas a la inocente María, que en un principio no comprendía. Más tarde, al adivinar las intenciones perversas del muchacho, la joven está sobre aviso y rechaza la adulación y las amenazas.
Suplica a su madre que no la deje sola en casa, pero no se atreve a explicarle claramente las causas de su pánico, pues Alessandro la ha amenazado: -Si le cuentas algo a tu madre, te mato. Su único recurso es la oración.
El 5 de julio, hacia las tres de la tarde, en el momento en que María se encuentra sola en casa, Alessandro le dice a la madre de esta:
-"Assunta, ¿quiere hacer el favor de llevar un momento los bueyes por mí?" Sin sospechar nada, la mujer lo hace.
María, sentada en el umbral de la cocina, remienda una camisa que Alessandro le ha entregado después de comer, mientras vigila a su hermanita Teresina, que duerme a su lado.
-"¡María!, grita Alessandro. -¿Qué quieres? -Quiero que me sigas. -¿Para qué? -¡sígueme!
-Si no me dices lo que quieres, no te sigo".
Ante semejante resistencia, el muchacho la agarró violentamente del brazo y la arrastró hasta la cocina, atrancando la puerta. La niña grita, pero el ruido no llega hasta el exterior. Al no conseguir que la víctima se someta, Alessandro la amordazó y esgrimió un puñal. María se puso a temblar pero no sucumbió. Furioso, el joven intentó con violencia arrancarle la ropa, pero María se deshizo de la mordaza y gritó:
-No hagas eso, que es pecado... Irás al infierno.
Poco cuidadoso del juicio de Dios, el desgraciado levantó el arma:
-Si no te dejas, te mato.
Ante aquella resistencia, la atravesó a cuchilladas. La niña se puso a gritar:
-¡Dios mío! ¡Mamá!, y cayó al suelo.
Creyéndola muerta, el asesino tiró el cuchillo y abrió la puerta para huir, pero, al oírla gemir de nuevo, volvió sobre sus pasos, recogió el arma y la traspasó otra vez de parte a parte; después, subió a encerrarse a su habitación.
María recibió catorce heridas graves y quedó inconsciente. Al recobrar el conocimiento, llamó al señor Serenelli: -¡Giovanni! Alessandro me ha matado... Venga.
Casi al mismo tiempo, despertada por el ruido, Teresina lanza un grito estridente, que su madre oye. Asustada, le dijo a su hijo Mariano: -Corre a buscar a María; dile que Teresina la llama.
En aquel momento, Giovanni Serenelli sube las escaleras y, al ver el horrible espectáculo que se presentó ante sus ojos, exclamó:¡Assunta, y tú también, Mario, venid!. Mario Cimarelli, un jornalero de la granja, trepó por la escalera a toda prisa. La madre llegó también: "¡Mamá!", gime María. "¡Es Alessandro, que quería hacerme daño! Llaman al médico ya los guardias, que lleguenn a tiempo para impedir que los vecinos, den muerte a Alessandro en el acto".
Al llegar al hospital, los médicos se sorprendieron de que la niña todavía no haya sucumbido a sus heridas, pues ha sido alcanzado el pericardio, el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino. Al diagnosticar que no tiene cura, llamaron al capellán. María se confiesa con toda claridad. Luego, durante dos horas, los médicos la cuidaron sin dormirla.
Pasando por momentos análogos por los que pasó el Señor Jesús en la Cruz, María recibió la Eucaristía y la Extremaunción, serena, tranquila, humilde en el heroísmo de su victoria.
Antes de morir le dijo a Jesús que perdonaba a Allesandro.
Después de breves momentos, se le escucha decir: "Papá". Finalmente, María entra en la gloria inmensa de la Comunión con Dios Amor. Es el día 6 de julio de 1902, a las tres de la tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario