
Encargado de predicar a los israelitas cautivos en Babilonia. Recibió designios de Dios a través de visiones que le impartían fuerzas para llevar a cabo su misión. Le mostró que Jerusalén iba a ser destruida y por eso fueron a Babilonia, así como su reedificación y vuelta a la ciudad. Una famosa visión fue la comparación de la religión con un río pequeño que fue creciendo y creciendo hasta que ya no pudo ser cruzado. El río regó los campos y se llenaron de frutos, llegó hasta el Mar Muerto y se llenó de peces porque lo hizo apto para la vida. Y Dios le explicó que este iba a ser el futuro de la Santa Religión: iría creciendo poco a poco hasta regar el mundo entero y llenar todas las regiones de frutos de buenas obras y convertir aquello que antes era maldad y daño, en algo provechoso y lleno de bondad.
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