San Josafat (1595 – 1623)
Mártir

Su nombre de bautismo era Juan Kunsevich. Su
padre, que era un católico de buena familia, puso a su hijo en la escuela de su
pueblo natal. Después Juan entró a trabajar como aprendiz en una tienda de
Vilna, pero en vista de que el comercio no estaba en su corazón, empleaba sus
tiempos libres aprendiendo el eslavo eclesiástico para comprender mejor los
divinos oficios y poder recitar diariamente el oficio bizantino. Al principio,
el amo de Juan no veía con muy buenos ojos sus inquietudes religiosas, pero el
joven supo cumplir tan bien con sus obligaciones, que el comerciante acabó por
ofrecerle que se asociase con él y tomase por esposa a una de sus hijas. Juan
rehusó ambas proposiciones, pues estaba decidido a hacerse monje.
En
1601 ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad de Vilna. Su vida
personal era muy austera, ya que añadía a las penitencias acostumbradas en las
reglas monásticas del oriente, otras mortificaciones tan severas, que en más de
una ocasión le criticaron los mismos monjes. En el proceso de beatificación el
burgomaestre de Vilna declaró que "no había en el pueblo ningún religioso
más bueno que el P. Josafat."
Josafat, al notar que su superior, Samuel, el abad del monasterio de la Santísima Trinidad, manifestaba tendencia a separarse de Roma, se lo advirtió a sus superiores. El arzobispo de Kiev sustituyó a Samuel por Josafat. Bajo su gobierno, el monasterio se repobló. Ello movió a sus superiores a retirarle del estudio de los Padres orientales para que fundase otros monasterios en Polonia.
En 1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev y Josafat Ie sucedió en el cargo de abad de Vilna.
Josafat, al notar que su superior, Samuel, el abad del monasterio de la Santísima Trinidad, manifestaba tendencia a separarse de Roma, se lo advirtió a sus superiores. El arzobispo de Kiev sustituyó a Samuel por Josafat. Bajo su gobierno, el monasterio se repobló. Ello movió a sus superiores a retirarle del estudio de los Padres orientales para que fundase otros monasterios en Polonia.
En 1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev y Josafat Ie sucedió en el cargo de abad de Vilna.
En 1617, el P. Josafat fue consagrado obispo de
Vitebsk con derecho de sucesión a la sede de Polotsk. Pocos meses después murió
el anciano arzobispo de esa sede y Josafat se halló al frente de una eparquía
extensa pero poco fervorosa. Muchos se inclinaban al cisma porque temían que
Roma interfiriese en sus ritos y costumbres. Las iglesias estaban en ruinas y
se hallaban manos de los laicos. Muchos miembros del clero secular habían
contraído matrimonio, algunos varias veces. La vida monástica estaba en
decadencia. Josafat pidió ayuda a algunos de sus hermanos de Vilna y emprendió
la tarea: reunió sínodos en las ciudades principales, publicó e impuso un texto
de catecismo, redactó una serie de ordenaciones sobre la conducta del clero y
combatió la interferencia de los "señores" en los asuntos de las
iglesias locales. A todo ello añadió el ejemplo de su vida, su celo en la instrucción,
la predicación, la administración de sacramentos y la visita a los pobres, a
los enfermos, a los prisioneros y a las aldeas más remotas.
Hacia 1620, prácticamente toda la eparquía era ya
sólidamente católica, el orden estaba restaurado y el ejemplo de aquel puñado
de hombres buenos había producido un renacimiento de la vida cristiana. Pero en
ese mismo año, disidentes en la región que se había unido a Roma, establecieron
obispos paralelos, contrarios a Roma. Así, un tal Melecio Smotritsky fue nombrado
arzobispo de Polotsk, sede de San Josafat, y se dedicó enérgicamente a destruir
la obra del arzobispo católico, diciendo que Josafat se había "convertido
al latinismo", que iba a obligar a sus fieles a seguir su ejemplo y que el
catolicismo no era la forma tradicional del cristianismo ruteno. La nobleza y
la mayoría del pueblo estaban por la unión, pero habían zonas disidentes. Un
monje llamado Silvestre Smotritsky recorrió las poblaciones de Vitebsk, Mogilev
y Orcha sublevando a la gente contra el catolicismo. Cuando el rey de Polonia
proclamó un decreto afirmando que Josafat era el único arzobispo legítimo de
Polotsk, se produjeron desórdenes no sólo en Vitebsk, sino en la misma Vilna.
El decreto fue leído públicamente en presencia del santo y éste estuvo a punto
de perder la vida.
El canciller de Lituania, León Sapieha, que era
católico, temeroso de los resultados políticos de la inquietud general, prestó
oídos a los rumores esparcidos por los disidentes que, fuera de Polonia,
acusaban a San Josafat de haber sido el causante de los desórdenes con su
política. Así pues, en 1622, Sapieha escribió al santo acusándole de emplear la
violencia para mantener la unión, de exponer el reino al peligro de una
invasión de los cosacos, de sembrar la discordia entre el pueblo, de haber
clausurado por la fuerza ciertas iglesias no católicas y de otras cosas por el
estilo. Tan solo era cierto que Josafat había pedido el auxilio del gobierno
para recobrar la iglesia de Mogilev, de la que se habían apoderado los disidentes.
En octubre de 1623, sabedor de que Vitebsk era
todavía el centro de la oposición, decidió ir allá personalmente. Sus amigos no
lograron disuadirle ni convencerle de que llevase una escolta militar. "Si
Dios me juzga digno de merecer el martirio, no temo morir´", respondió San
Josafat. Así pues, durante dos semanas predicó en las iglesias de Vitebsk y
visitó a los fieles sin distinción alguna. Sus enemigos le amenazaban
continuamente y provocaban a sus acompañantes para poder asesinarle aprovechando
el desorden. El día de la fiesta de San Demetrio, una turba enfurecida rodeó al
mártir, el cual les dijo:
"Sé que queréis matarme y que me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros como vuestro pastor y quiero que sepáis que me consideraría muy feliz de dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir por la sagrada unión, por la supremacía de San Pedro y del Romano Pontífice."
"Sé que queréis matarme y que me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros como vuestro pastor y quiero que sepáis que me consideraría muy feliz de dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir por la sagrada unión, por la supremacía de San Pedro y del Romano Pontífice."
Smotritsky, fomentador de la agitación,
probablemente solo pretendía obligar al santo a salir de la ciudad. Pero sus
partidarios empezaron a tramar una conspiración para asesinar a Josafat el 12
de noviembre, a no ser que se excusase ante ellos por haber empleado la
violencia. Un sacerdote llamado Elías fue el encargado de penetrar en el patio
de la casa del arzobispo e insultar a sus criados por su religión y al amo
a quien servían. Como la escena se repitiese varias veces, San Josafat dio permiso a sus criados de arrestar al sacerdote, si volvía a presentarse. En la mañana del 12 de noviembre, cuando el arzobispo se dirigía a la iglesia para el rezo del oficio de la aurora, Elías le salió al encuentro y comenzó a insultarle. El santo dio entonces permiso a su diácono para que mandase encerrar al agresor en un aposento de la casa. Eso era precisamente lo que deseaban sus enemigos que buscaban pretexto para atacarle. Al punto, echaron a vuelo las campanas, y la multitud empezó a clamar que se pusiese en libertad a Elías y se castigase al arzobispo. Después del oficio, San Josafat volvió a su casa y devolvió la libertad a Elías, no sin antes haberle amonestado. A pesar de ello, el pueblo penetró en la casa, exigiendo la muerte de Josafat y golpeando a sus criados. El santo salió al encuentro de la turba y preguntó: "¿Por qué golpeáis a mis criados, hijos míos? Si tenéis algo contra mí, aquí estoy; dejadlos a ellos en paz." (Palabras muy parecidas a las de Santo Tomás Becket en ocasión semejante). La turba comenzó entonces a gritar: "¡Muera el Papista!", y San Josafat cayó atravesado por una alabarda y herido por una bala. Su cuerpo fue arrastrado por las calles y arrojado al río Divna.
a quien servían. Como la escena se repitiese varias veces, San Josafat dio permiso a sus criados de arrestar al sacerdote, si volvía a presentarse. En la mañana del 12 de noviembre, cuando el arzobispo se dirigía a la iglesia para el rezo del oficio de la aurora, Elías le salió al encuentro y comenzó a insultarle. El santo dio entonces permiso a su diácono para que mandase encerrar al agresor en un aposento de la casa. Eso era precisamente lo que deseaban sus enemigos que buscaban pretexto para atacarle. Al punto, echaron a vuelo las campanas, y la multitud empezó a clamar que se pusiese en libertad a Elías y se castigase al arzobispo. Después del oficio, San Josafat volvió a su casa y devolvió la libertad a Elías, no sin antes haberle amonestado. A pesar de ello, el pueblo penetró en la casa, exigiendo la muerte de Josafat y golpeando a sus criados. El santo salió al encuentro de la turba y preguntó: "¿Por qué golpeáis a mis criados, hijos míos? Si tenéis algo contra mí, aquí estoy; dejadlos a ellos en paz." (Palabras muy parecidas a las de Santo Tomás Becket en ocasión semejante). La turba comenzó entonces a gritar: "¡Muera el Papista!", y San Josafat cayó atravesado por una alabarda y herido por una bala. Su cuerpo fue arrastrado por las calles y arrojado al río Divna.
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