
Cuando era apenas una bebe su padre fue envenenado mientras pasaba su exilio en la corte del rey de Elmet. Se asume que ella creció en la corte de Ediwn en Northumbria.
En 627 el rey Edwin de Northumbria fue bautizado durante la Pascua junto a toda su corte, la cual incluía a Hilda, en una pequeña capilla de madera construida especialmente para la ocasión.
No se sabe dónde fue que Hilda empezó su vida como monja, excepto que fue al norte de las orillas del río Wear. Aquí, con unos cuantos compañeros aprendieron las tradiciones del monasticismo del Cristianismo Celta el cual San Aidan había traído desde Iona. Después de un año San Aidan nombró a Hilda como la segunda Abadesa de Hartlepool. No quedan rastros de esta abadía pero el cementerio monástico se ha encontrado cerca de la presente Iglesia de Santa Hilda.
Hilda era una mujer de gran energía quien era una audaz y eficaz administradora y maestra. Ella se ganó una reputación de sabiduría, que incluso reyes, príncipes y obispos buscaban su ayuda, pero también se preocupaba por la gente ordinaria como Caedmon, un pastor y bardo religioso. Aunque Hilda tenía un carácter fuerte ella también inspiraba afecto. Beda dijo "Todos aquellos que la conocían la llamaban madre por su gran devoción y gracia".
Hilda sufrió de una fiebre los últimos seis años de su vida, pero continuó trabajando hasta su muerte, en lo que entonces era una edad muy avanzada de sesenta y seis. En su último año ella fundo otro monasterio, a 14 millas de Whitby. Ella murió después de recibir el viaticum, y según la leyenda, en el momento de su muerte las campanas del monasterio en Hackness sonaron.
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